Sunday 27 March 2011

Escuchar a los que saben...

"Respirar es un lujo transitorio". (Joaquín Sabina)

"Life is like a box of chocolates, you never know what you are gonna get".
(Forrest Gump movie)

"An eye for an eye makes the whole world blind".
(Mahatma Gandhi)

"If a man hasn't discovered something that he will die for, he isn't fit to live".
(Martin Luther King)

"Let no man pull you low enough to hate him".
(Martin Luther King)

"Our lives begin to end the day we become silent about things that matter". (Martin Luther King)

Sin respuestas.


La calesita electoral no para y oímos canciones viejas con cantantes que sólo nuestra amnesia puede considerar nuevas.
Rasgándose las vestiduras con gestos plañideros dignos de mejor causa, viejos carcamanes de la política pretenden que olvidemos sus gestiones fallidas y esgrimen frases como: "Lo que pasó, pasó, es el pasado, nuestro país ha cambiado y madurado lo suficiente como para que el caos que produjo nuestra administración, que fue muy saboteada por una oposición que puso palos en las ruedas y que terminó en un desastre no deseado, no vuelva a producirse en el futuro". O, peor aún: "Volveremos para salvar a la patria", obviando olímpicamente sus errores y horrores. Cualquiera que conserve un poco de memoria recordará a la niña desnutrida de Tucumán, cuya foto recorrió diarios, noticieros televisivos y cables de todo el mundo en el trágico diciembre del 2001; la matanza en las calles cuando la gente salió a reclamar por sus ahorros; los malos servicios del supuesto Primer Mundo; la Embajada de Israel y la AMIA derrumbadas, junto con la voladura de Río Tercero, desastres jamás esclarecidos durante la delirante década de los 90; las inundaciones de barrios otrora altos y la de los tradicionales bajos a la vera del Riachuelo, jamás saneado a pesar de los mil días prometidos por inolvidables ministras de medio ambiente (se decía que el otro medio ya no existía). ¿Cómo olvidar la promesa de plataformas espaciales para ir a la estratósfera en discursos más tartamudos que los de el rey Jorge VI del cine? ¿Cómo no mencionar los proyectos del tren bala contrastados con la reciente experiencia de viajar diecisiete horas en trenes destartalados con frenos más dudosos que discurso de político para arribar a Mar del Plata? ¿Cómo no recordar aquella película del año 60 Los inundados, de Fernando Birri, donde la gente de Santa Fe vivía cada año el horror de quedarse sin hogar mientras niños corrían al tren para que les tiraran diez centavos y ver cuarenta años después escenas parecidas ante la repetitiva promesa de mejorar la vida de la gente humilde.
Mi pobre cerebro perturbado ya perdió la cuenta de los slogans y frases desafortunadas que jalonaron la historia más o menos reciente que a veces parece muy lejana. "El país trabaja y avanza", "Argentina potencia", "Primer Mundo", "revolución productiva", "profundizar el modelo", "el silencio es salud", horrendo anillo alrededor del Obelisco que se refería a no tocar bocinas de autos, pero que siendo época de dictaduras cobraba un significado espantoso. Y es que para titular los gobernantes y sus encargados de prensa son de una creatividad deslumbrante, que por supuesto no corre pareja con la efectividad y rapidez de sus actos.
Nadie explica con sinceridad cuáles son las fallas que llevan a desamparar a los ciudadanos de menos recursos y llegar a la desnutrición, horror repetido a lo largo de todos los gobiernos en distintos puntos del país. Falla la educación, falla la información, falla la distribución de la riqueza, lo único que no falla es la riqueza de nuestro suelo ni el optimismo de los cuadros sinópticos de gobernantes sueltos de cuerpo y lengua. Y lo que lamentablemente sigue fallando es nuestra memoria, no sólo la histórica, sino, muchas veces, la simple pero importante memoria cotidiana. Por eso votamos a personas que ya han tenido la oportunidad de gobernar y han dejado tendales de desocupados, no educados y hambrientos. Ellos se defienden hablando de complots y sabotajes o diciendo que las condiciones sociales eran muy diferentes y que ahora ya no serían posibles aquellos errores. Y uno se pregunta: ¿quieren decir que hoy en día las condiciones son mejores? ¿Y quién las mejoró? ¿El gobierno del que están en contra? Y cuando las contradicciones de ellos nos perturban y confunden, brotan las nuestras y, más dubitativos que Hamlet en su "ser o no ser", meditamos sobre lo difícil que es gobernar y lo mucho más difícil que es ser gobernado.


Enrique Pinti.