Wednesday 10 February 2010

Y desafiando el oleaje sin timón ni timonel, por mis sueños va, ligero de equipaje, sobre un cascarón de nuez, mi corazón de viaje, luciendo los tatuajes de un pasado bucanero, de un velero al abordaje, de un no te quiero querer.
Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar al país donde los sabios se retiran del agravio de buscar labios que sacan de quicio, mentiras que ganan juicios tan sumarios que envilecen el cristal de los acuarios de los peces de ciudad que mordieron el anzuelo, que bucean a ras del suelo, que no merecen nadar.


Sí, otra vez ustedes pecesitos... Porque son los que tienen las palabras justas (lamentablemente).

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